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Sara

viernes, 31 de agosto de 2012

Lluvia negra /PARTE 4


 

El cielo negro está lleno de intermitentes lucecitas que empiezan a caer. Una y otra y otra, y entre cada pestañeo me pierdo decenas de ellas.

-¡Ismael! ¡Estrellas!

-¿Cómo?

-Estrellas fugaces… madre mía, no me lo puedo creer. ¡Hoy que estaba pensando en ellas!

-¿De verdad hay estrellas fugaces? –se ríe Ismael. Se ve que se lo esperaba aún menos que yo.

-Te prometo que no te estoy tomando el pelo. ¡Qué fuerte!

Estoy eufórica. ¡Hoy! ¡Justamente hoy! Y ahora. Me abrocho la chaqueta hasta el cuello. Cada vez hace más frío. Miro una estrella fijamente (intentándola no perder de vista) y cierro los ojos. Pido mi deseo, y ya veremos si se cumple.

-Me gustaría que pudieses pedirles deseos tú también. –estoy diciéndole a Ismael cuando él abre la boca para protestar, y sabiendo lo que me va a decir, le corto. –Ey, calla. Aunque no creas en eso, estaría bien, ¿vale?

Un viento salido de la nada empieza a soplar. Le pregunto a Ismael si él no tiene frío y me lo niega. Seguro que es mentira, pero que se congele si quiere, es cosa suya.

Ismael se acerca a mí y me da un toque con un dedo en el brazo. Me quedo extrañada mirándole.

-¿Qué haces? –le pregunto divertida.

Veo como su mano flota un momento en el aire y en dos segundos me coge de la mano. Sorprendida no, lo siguiente, me quedo con la boca abierta.

-¿Qué haces? –le vuelvo a preguntar, casi en un susurro.

-Ah. –y empieza a reírse, y me confundo aún más. –Tranquila, solo quiero que me ayudes a pedir un deseo. ¿No habías dicho que te gustaría?

-Eh, si, vale, ¿Qué?

-Elige una estrella por mí. Mírala, fíjate en ella, y cuando cierres los ojos, apriétame la mano y yo pediré el deseo. ¿Qué te parece?

-Extraño.

-¿Preparada?

-Sí. Allá va tu estrella.

Elijo una estrella, la que tiene más luz ahora mismo, y sigo su trayectoria. Cuando veo que se va cayendo, cierro los ojos y al mismo instante aprieto la mano de Ismael con fuerza. Cuento para mí uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco segundos antes de que él me suelte.

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