¡ATENCIÓN!
Este blog se lee desde la primera entrada publicada hasta la más reciente, ya que es una historia contínua.
La media de entradas publicadas a la semana/mes puede variar.
Pese a la inactividad de algunas ocasiones, el blog no estará cerrado al menos que se anuncie su finalización.
Un saludo,
Sara

jueves, 2 de agosto de 2012

La telaraña púrpura /PARTE 1


No sé cómo me lo hago pero siempre me despierto a la misma hora. Desgraciadamente. Muerta de hambre, voy al salón. Allí veo que mis padres ya están levantados y sirviéndose el café. Cansados. Yo no. Desayuno tostadas, ya que la tostadora hoy me ha dado una tregua. Esta mañana, mientras los tres desayunábamos les he preguntado si ellos también habían oído el piano aquella noche, y parece que no. Resulta que la sala donde el villano tiene su arma se encuentra justamente debajo de mi cuarto. Qué bien, opino con sarcasmo. Esa es su teoría; la mía es que quizá me vuelva loca y acabe viendo osos panda lilas gigantes. Creo que no. Cuando le he dicho a mi madre que más tarde iba a visitar al señor o señora del piano, no se ha opuesto. Total, no tengo nada mejor que hacer. La verdad es que me daba un poco de cosa, pero pasaba de que me despertaran otra vez.

Así que aquí estoy. Mientras bajaba las escaleras me he encontrado con la señora Carmen, la del apartamento de arriba, el cuarto C. Con sus tacones como de costumbre, anunciándose a los mil kilómetros. Iba muy deprisa y me ha dado los buenos días rápidamente. Ya la he perdido de vista, ya que estoy delante de la puerta del segundo A. He decidido bajar ahora, que son como las once. Seguramente no hay nadie, pero antes temía despertar a quien fuera (aunque sería una pequeña venganza). Por probar suerte nadie se muere. Toco el timbre, y creo que oigo unos pasos acercándose. Y así es, además una voz me está anunciando que ya me abren. Me abren. Decididamente no es el señor o señora que me esperaba.

-¿Y tú pretendes cometer un asesinato? –me acaba de salir del alma. No esperaba a alguien, ¿así?

-¿Cómo dices? –responde riéndose de mí.

Bien, este tío sí que es raro. Le pongo cinco años más que yo, nada más. No me puedo creer que me despierte uno que apenas se ha sacado el carné. Alto, más que yo.

-¿A qué viene esa acusación si se puede saber? –dice el tío alto.

-Ah –estoy realmente indignada. Pensaba discutir con un señor mayor, la verdad.

-Bien, no pretendo asesinar a nadie. Soy Ismael, ¿y tú eres…? –me dice aún riéndose. Creo que me voy a mosquear.

-Alma. –y entonces me doy cuenta. -¡Oh! –exclamo

-No te preocupes. –replica sonriéndome.

-Yo, lo siento no sabía qué, pues, eso y… -¡Qué vergüenza!  Creo que estoy roja. Aunque él no lo pueda ver, lo sabe seguro.

-¿Qué no sabías que era ciego? No tenías por qué saberlo tampoco.Tranquila. ¿Querías algo?

-Yo, bueno, mejor vuelvo en otro momento, tengo que hacer unas cosas y, bueno ya me voy. –quiero irme, ¡ya!

-Si quieres algo, pásate esta tarde, o cuando quieras. Estoy casi todo el día aquí. –sonríe. ¡Que deje de sonreír! A mí no me hace gracia. –Encantado de conocerte Alma. ¡Ah! Si no te molesta, ¿Cuántos años tienes?

-Quince. -¡y a él que le importa!

Me doy la espalda y ya me estoy yendo cuando Ismael me suelta un ‘Hasta luego’, acompañado de un ‘Yo diecinueve, ¡nos vemos!’. ¡Y a mi qué! Decididamente no vuelvo. No esperaba un ciego. Y menos a uno de diecinueve que me hiciera quedar como una tonta. Ale. A mi casa.

1 comentario: