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Sara

domingo, 5 de agosto de 2012

La telaraña púrpura /PARTE 3.2

Hecho una mirada al apartamento. Todo está muy junto. La cocina en la parte izquierda, junto al salón, que consiste en un toca discos antiguo y un par de sofás. Una radio y una pequeña televisión, supongo que para las visitas. Todo está muy ordenado. Ordenadísimo. No podría ser de otra forma. En la ala derecha del piso hay una puerta que acierto que será el dormitorio, y en medio de todo, un piano enorme ocupa el espacio. Me quedo mirándolo, y no sé como, Ismael lo adivina.

-Bonito, ¿verdad? –me pregunta.

-Oh, si, bonito. –es bonito.

-¿Quieres tomar algo? Té, zumo, agua…

-No gracias. ¿Puedo sentarme?

-Claro, ven. –Ismael me acompaña hasta el salón y se sienta en un sofá. Yo voy al otro.

Como se da cuenta de que no digo nada me pregunta sobre el bicho. ¡El bicho! Y le cuento.

-He capturado a un bicho que baila con tu música. Lo tengo aquí en un vaso de cristal. –me parece algo realmente interesante. El bicho bailarín, véase.

-No lo puedo ver, pero tráelo, vamos a hacer que baile. –me sonríe y se levanta del asiento. Va hacia el piano y yo le sigo.

Ismael toma asiento en la baqueta y me dice que deje el vaso sobre el instrumento. Lo hago y me quedo allí de pie. Ismael empieza a tocar una canción lenta. El bicho que parecía inerte empieza a resucitar.

-¡Ojala lo vieras! ¡Esta bailando, de verdad! –sigo sorprendiéndome aunque ya lo he visto antes.

-Vamos a ver si es verdad… -Ismael coge el vaso y lo destapa. El bicho frenético empieza a revolverse, y entonces él empieza a tocar el piano con la otra mano. El bicho se detiene. Empieza a tocar a dos manos y aquel punto negro permanece en su mano mientras va de tecla en tecla, en una lenta, melodía, lenta.

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