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Sara

viernes, 3 de agosto de 2012

La telaraña púrpura /PARTE 2


Esta tarde tenía pensado ir a ver a la señora del quinto. Seguramente también estará Ana, tengo ganas de hablar con ella un rato. Acabo de llegar, y como esperaba, si que está Ana. Regina (mi abuela) me da dos besos como de costumbre, y las tres nos sentamos en la mesita del balcón. La verdad, para ser un balcón es bastante grande. No me había dado cuenta hasta ahora. Regina sirve té para ella y Ana, y yo me tomo un vaso de zumo. Es ya una rutina. Las madalenas caseras que se hacen en esa casa están buenísimas. La señora Regina siempre me da unas cuantas para que se las lleve a mis padres. Cuando conozca a alguien a quien no le gusten esas madalenas, habré conocido a un alien, enserio. Ana y yo nos quedamos solas en la ‘terracita’ porque la abuela se ha ido a ver la televisión al salón. Seguramente se quedará dormida, otra rutina más.  

-Oye Ana, esta mañana he ido a ver al que ha alquilado el segundo A.  ¿Sabes?–le digo.

-¿A si? Yo aún no sé quién es. ¿Y eso que has ido?

-Pues –empiezo a contar  –resulta que ayer por la noche le dio por tocar el piano debajo de mi habitación al de aquel piso, y decidí que hoy iba a decirle unas cuantas cosas

-¿El piano de noche? ¡A quién se le ocurre! –me dice divertida. ¿Soy la única a la que no le hace gracia ese?

-Tiene diecinueve años. Se llama Ismael. –contesto cortante.

-¿Diecinueve? Cielo, ¿no será sonámbulo el pobre? Haber, ¿Qué explicación te ha dado?

-En realidad no le he preguntado…  -¡como se me ha olvidado!

-Ah…entiendo –Ana me sonríe de una forma muy rara que me da que pensar.

-¿Cómo? –estoy extrañada. Como me diga lo que pienso que piensa se entera.

-¿Es guapo eh? –sigue sonriendo. Lo sabía. ¡Ag!

-Es ciego.

-¿Y? –no para de interrogarme mientras acerca su silla a la mía. ¡Como si fuera a decir algo interesante!

-Y es ciego Ana. –me está empezando a molestar.

-Y tu abuela está enferma y mi madre esta sorda, pero estan vivos , ¿y qué pasa Alma?

Odio cuando Ana se pone así. Me empieza a decir que qué más da si alguien es ciego, manco, sordo, si tiene cáncer, si lo que sea, y acaba repitiéndome que mi abuela está enferma y que por eso no le tenemos que hacer menos caso. Y como siempre, yo me enfado.

-¡Ya sé que mi abuela tiene alzhéimer Ana! ¡No hace falta que me lo repitas! –le grito. Luego me arrepiento de haberle gritado. Pero me había provocado. –Lo siento Ana, yo no…

-Cielo, no sabía que tu abuela estaba enferma. Nunca me habías hablado de tu abuela. Lo siento Alma. –Ana y yo nos giramos. La que acaba de hablar es Regina.

Regina estaba en el umbral del balcón, con cara de comprensión. Ana y yo nos miramos, y yo me levanto de la silla. Me marcho de allí.

-Alma, ¿estás bien? –Regina me mira preocupada de verdad. Pobre abuela.

-Sí, sí, no sé preocupe por mí Regina, yo ya me iba. –le digo, y se tranquiliza un poco. Pero solo un poco.

Me despido de las dos y abro la puerta. En dos segundos he bajado dos plantas y ya estoy en mi casa. Mañana iré a ver al pianista. Lo que dice Ana, quema.

3 comentarios:

  1. Me encanta*.* me pasaron tu link por un evento del tuenti y la verdad que es genial :D sigue así, vale? :3

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    1. Muchísimas gracias Akiiro. Me alegro de que te guste tanto, lo digo enserio!
      Un beso muy fuerte!

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  2. cuando sabremos porque la teleraña purpura?

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