Esta tarde tenía pensado ir a ver a la señora del quinto.
Seguramente también estará Ana, tengo ganas de hablar con ella un rato. Acabo
de llegar, y como esperaba, si que está Ana. Regina (mi abuela) me da dos besos
como de costumbre, y las tres nos sentamos en la mesita del balcón. La verdad,
para ser un balcón es bastante grande. No me había dado cuenta hasta ahora. Regina
sirve té para ella y Ana, y yo me tomo un vaso de zumo. Es ya una rutina. Las
madalenas caseras que se hacen en esa casa están buenísimas. La señora Regina siempre
me da unas cuantas para que se las lleve a mis padres. Cuando conozca a alguien
a quien no le gusten esas madalenas, habré conocido a un alien, enserio. Ana
y yo nos quedamos solas en la ‘terracita’ porque la abuela se ha ido a ver la
televisión al salón. Seguramente se quedará dormida, otra rutina más.
-Oye Ana, esta mañana he ido a ver al que ha alquilado el
segundo A. ¿Sabes?–le digo.
-¿A si? Yo aún no sé quién es. ¿Y eso que has ido?
-Pues –empiezo a contar –resulta que ayer por la noche le dio por
tocar el piano debajo de mi habitación al de aquel piso, y decidí que hoy iba a
decirle unas cuantas cosas
-¿El piano de noche? ¡A quién se le ocurre! –me dice
divertida. ¿Soy la única a la que no le hace gracia ese?
-Tiene diecinueve años. Se llama Ismael. –contesto cortante.
-¿Diecinueve? Cielo, ¿no será sonámbulo el pobre? Haber, ¿Qué
explicación te ha dado?
-En realidad no le he preguntado… -¡como se me ha olvidado!
-Ah…entiendo –Ana me sonríe de una forma muy rara que me
da que pensar.
-¿Cómo? –estoy extrañada. Como me diga lo que pienso que
piensa se entera.
-¿Es guapo eh? –sigue sonriendo. Lo sabía. ¡Ag!
-Es ciego.
-¿Y? –no para de interrogarme mientras acerca su silla a
la mía. ¡Como si fuera a decir algo interesante!
-Y es ciego Ana. –me está empezando a molestar.
-Y tu abuela está enferma y mi madre esta sorda, pero estan vivos , ¿y qué pasa Alma?
Odio cuando Ana se pone así. Me empieza a decir que qué
más da si alguien es ciego, manco, sordo, si tiene cáncer, si lo que sea, y
acaba repitiéndome que mi abuela está enferma y que por eso no le tenemos que
hacer menos caso. Y como siempre, yo me enfado.
-¡Ya sé que mi abuela tiene alzhéimer Ana! ¡No hace falta
que me lo repitas! –le grito. Luego me arrepiento de haberle gritado. Pero me
había provocado. –Lo siento Ana, yo no…
-Cielo, no sabía que tu abuela estaba enferma. Nunca me
habías hablado de tu abuela. Lo siento Alma. –Ana y yo nos giramos. La que
acaba de hablar es Regina.
Regina estaba en el umbral del balcón, con cara de
comprensión. Ana y yo nos miramos, y yo me levanto de la silla. Me marcho de
allí.
-Alma, ¿estás bien? –Regina me mira preocupada de verdad.
Pobre abuela.
-Sí, sí, no sé preocupe por mí Regina, yo ya me iba. –le digo,
y se tranquiliza un poco. Pero solo un poco.
Me despido de las dos y abro la puerta. En dos segundos
he bajado dos plantas y ya estoy en mi casa. Mañana iré a ver al pianista. Lo
que dice Ana, quema.
Me encanta*.* me pasaron tu link por un evento del tuenti y la verdad que es genial :D sigue así, vale? :3
ResponderEliminarMuchísimas gracias Akiiro. Me alegro de que te guste tanto, lo digo enserio!
EliminarUn beso muy fuerte!
cuando sabremos porque la teleraña purpura?
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