Mi padre no ha hablado en toda
la cena, y mi madre no ha parado de hacerlo. Me sería más fácil olvidar que los
he oído discutiendo si no pareciese que se esforzaran tanto en estar bien. Mi
madre, al menos. Después de recoger la mesa y pasarme al menos quince minutos
mirando el reloj, decido bajar a ver a Ismael. Ya son las diez, y como
quedamos, ya estoy en el piso de Ismael.
Estamos hablando mientras él
toca el piano.
-¿Te importa que no hable?
Quiero escuchar lo que tocas. –le digo, y se le alegra la cara.
-Pero no te duermas, ¿vale?
-Prometido.
Empiezo a pensar en esta tarde
pasada, y recuerdo la tontería de la escalera. Se me ocurre preguntarle, aunque
sigue pareciéndome una tontería, que quede claro.
-¿Si paso por debajo de una
escalera, me puedo morir?
-Oh, claro. –me dice Ismael.
-Hablo enserio, ¿vale?
-Yo también. Es más, yo un día
pasé por debajo de una escalera, y me tuve que morir, porque si no, no, ¿eh?
-Vale, te estás burlando de
mí. –vamos, no creo que sea un muerto viviente.
-No creo en la mala suerte,
Alma. –y continua con un: -Las cosas pasan. Y no pasan porque un gato negro se
cruce en tu camino, ni porque rompas un espejo.
-¿Las cosas pasan? -¿será que
cree en el destino o algo así?
-Las cosas pasan, no porque
tengan que pasar, si no porque algo las provoca. –me contesta, aclarándome que
no cree en el destino.
-Bueno, ya se verá. Vamos, que
ya, que bueno, tú me entiendes. –no me entiendo ni yo, pero bien.
Ismael sigue tocando el piano y yo me distraigo mirando por la cristalera
que es la puerta del balcón. De pequeña, todas las noches de Agosto, miraba el
cielo, para ver cuál era el día en que se podían ver estrellas fugaces. Sigo
mirando la negrura de fuera mientras oigo las notas de fondo. Realmente, no
creo que la suerte exista, pero por si acaso, si encuentro un trébol de cuatro
hojas, lo recogeré. Si encuentro una pata de conejo, casi mejor que la dejaré
donde está. Y el día que mi horóscopo acierte dos de tres cosas que diga,
aprenderé a hacer barcos de papel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario