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Sara

martes, 28 de agosto de 2012

Lluvia negra /PARTE 2


Mi padre no ha hablado en toda la cena, y mi madre no ha parado de hacerlo. Me sería más fácil olvidar que los he oído discutiendo si no pareciese que se esforzaran tanto en estar bien. Mi madre, al menos. Después de recoger la mesa y pasarme al menos quince minutos mirando el reloj, decido bajar a ver a Ismael. Ya son las diez, y como quedamos, ya estoy en el piso de Ismael.

Estamos hablando mientras él toca el piano.

 

-¿Te importa que no hable? Quiero escuchar lo que tocas. –le digo, y se le alegra la cara.

 

-Pero no te duermas, ¿vale?

 

-Prometido.

 

Empiezo a pensar en esta tarde pasada, y recuerdo la tontería de la escalera. Se me ocurre preguntarle, aunque sigue pareciéndome una tontería, que quede claro.

 

-¿Si paso por debajo de una escalera, me puedo morir?

 

-Oh, claro. –me dice Ismael.

 

-Hablo enserio, ¿vale?

 

-Yo también. Es más, yo un día pasé por debajo de una escalera, y me tuve que morir, porque si no, no, ¿eh?

 

-Vale, te estás burlando de mí. –vamos, no creo que sea un muerto viviente.

 

-No creo en la mala suerte, Alma. –y continua con un: -Las cosas pasan. Y no pasan porque un gato negro se cruce en tu camino, ni porque rompas un espejo.

 

-¿Las cosas pasan? -¿será que cree en el destino o algo así?

 

-Las cosas pasan, no porque tengan que pasar, si no porque algo las provoca. –me contesta, aclarándome que no cree en el destino.

 

-Bueno, ya se verá. Vamos, que ya, que bueno, tú me entiendes. –no me entiendo ni yo, pero bien.

 

Ismael sigue tocando el piano y yo me distraigo mirando por la cristalera que es la puerta del balcón. De pequeña, todas las noches de Agosto, miraba el cielo, para ver cuál era el día en que se podían ver estrellas fugaces. Sigo mirando la negrura de fuera mientras oigo las notas de fondo. Realmente, no creo que la suerte exista, pero por si acaso, si encuentro un trébol de cuatro hojas, lo recogeré. Si encuentro una pata de conejo, casi mejor que la dejaré donde está. Y el día que mi horóscopo acierte dos de tres cosas que diga, aprenderé a hacer barcos de papel.

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