¡ATENCIÓN!
Este blog se lee desde la primera entrada publicada hasta la más reciente, ya que es una historia contínua.
La media de entradas publicadas a la semana/mes puede variar.
Pese a la inactividad de algunas ocasiones, el blog no estará cerrado al menos que se anuncie su finalización.
Un saludo,
Sara

jueves, 2 de agosto de 2012

El bicho en el techo /PARTE 3


Acabo de abrir los ojos y veo que aún está todo oscuro. Es noche cerrada y no veo nada más que la nada. No, no veo nada pero sí que oigo algo. Miro el reloj de la pared, y como marca las tres de la madrugada me sorprende aún más que esté oyendo algo. No es nadie hablando, ni la señora de arriba discutiendo con su pareja, que es lo que se suele oír. No es ni bebé Ramón ni las gotas perdidas de ningún grifo. ¿Qué es? Sé que estoy oyendo algo, pero estoy demasiado adormecida para pensar si quiera en ponerme a pensar que será, tampoco es tan importante. Eso debe de ser, tampoco será tan importante, tan importante… creo que me voy durmiendo.

¡Qué raro! He soñado con las notas de un piano.  Estoy despierta, pero aún es de noche, ¿aún? El reloj marca casi las cuatro. Ya llevo bastante rato andando entre el sueño y lo que no es el sueño, que ahora mismo no sé palabra. Oigo algo, y estoy empezando a mosquearme. Me siento en la cama y paro bien el oído.  Unos ¿acordes? Se repiten y no paran. No estaba soñando con una canción; estaba oyendo una canción. Un piano. Y esto ya es para enfadarse. ¿Quién toca un piano a las tantas de la madrugada? Vale si estás en tu casita alejada de todo, pero no en mi finca, donde todos, intentamos dormir. Me enciendo la lamparita del escritorio que dibuja un círculo amarillo en el techo y me quedo mirando. Hace poco que se alquiló el último piso que quedaba libre en la segunda planta, la planta de abajo. Eso me dijo Ana, pero no me dijo quien. Hasta ahora no sabía que lo había alquilado un psicópata. Esta es mi teoría: el individuo en cuestión se dispone matar a toda la finca, y tiene un plan, que resulta muy sencillo. Se compra un piano, da clases de piano, y se pone a tocar por las noches el piano para despertarnos a todos y hacer que no podamos dormir. Como no dormimos, nos cansamos. Si estamos cansados es más fácil asesinarnos. Es muy simple. ¡Dios! Creo que debería llamar a la policía. Mejor mañana. Mañana le haré una visita al villano del segundo. Algo se ha movido. Levanto la cabeza, y ahí está. Un punto negro que se pasea tranquilamente por mi círculo amarillo. La pega es que los puntos negros no desfilan por la luz. Un bicho. Un bicho en forma de punto negro parece divertirse dando vueltas. El reloj continúa y yo continúo sentada mirando al bicho. Oyendo las notas de una melodía que sube. Por lo menos  es una melodía y no algo estridente. Se repite una y otra vez, pero ya no me molesta. Es bonita, y mi bicho sigue dando vueltas. Parece que baile con la luz al compás del piano. Miro al bicho y veo como corren los segundos y las notas. Cada vez parece que se aleje más de mí aquella canción, y se cierra el telón. Apago la luz y el punto negro se funde con la demás oscuridad de mi habitación. Se acaba la función por esta noche. El pianista nocturno sigue tocando en mis sueños, y ya me despertaré mañana. Eso, ya me despertaré…ya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario