Acabo de abrir los ojos y veo que aún está todo oscuro. Es noche cerrada y
no veo nada más que la nada. No, no veo nada pero sí que oigo algo. Miro el
reloj de la pared, y como marca las tres de la madrugada me sorprende aún más
que esté oyendo algo. No es nadie hablando, ni la señora de arriba discutiendo
con su pareja, que es lo que se suele oír. No es ni bebé Ramón ni las gotas
perdidas de ningún grifo. ¿Qué es? Sé que estoy oyendo algo, pero estoy
demasiado adormecida para pensar si quiera en ponerme a pensar que será,
tampoco es tan importante. Eso debe de ser, tampoco será tan importante, tan
importante… creo que me voy durmiendo.
¡Qué raro! He soñado con las notas de un piano. Estoy despierta, pero aún es de noche, ¿aún?
El reloj marca casi las cuatro. Ya llevo bastante rato andando entre el sueño y
lo que no es el sueño, que ahora mismo no sé palabra. Oigo algo, y estoy
empezando a mosquearme. Me siento en la cama y paro bien el oído. Unos ¿acordes? Se repiten y no paran. No estaba
soñando con una canción; estaba oyendo una canción. Un piano. Y esto ya es para
enfadarse. ¿Quién toca un piano a las tantas de la madrugada? Vale si estás en
tu casita alejada de todo, pero no en mi finca, donde todos, intentamos dormir.
Me enciendo la lamparita del escritorio que dibuja un círculo amarillo en el
techo y me quedo mirando. Hace poco que se alquiló el último piso que quedaba
libre en la segunda planta, la planta de abajo. Eso me dijo Ana, pero no me
dijo quien. Hasta ahora no sabía que lo había alquilado un psicópata. Esta es
mi teoría: el individuo en cuestión se dispone matar a toda la finca, y tiene un
plan, que resulta muy sencillo. Se compra un piano, da clases de piano, y se
pone a tocar por las noches el piano para despertarnos a todos y hacer que no
podamos dormir. Como no dormimos, nos cansamos. Si estamos cansados es más
fácil asesinarnos. Es muy simple. ¡Dios! Creo que debería llamar a la policía.
Mejor mañana. Mañana le haré una visita al villano del segundo. Algo se ha
movido. Levanto la cabeza, y ahí está. Un punto negro que se pasea
tranquilamente por mi círculo amarillo. La pega es que los puntos negros no
desfilan por la luz. Un bicho. Un bicho en forma de punto negro parece divertirse
dando vueltas. El reloj continúa y yo continúo sentada mirando al bicho. Oyendo
las notas de una melodía que sube. Por lo menos es una melodía y no algo estridente. Se repite
una y otra vez, pero ya no me molesta. Es bonita, y mi bicho sigue dando
vueltas. Parece que baile con la luz al compás del piano. Miro al bicho y veo
como corren los segundos y las notas. Cada vez parece que se aleje más de mí
aquella canción, y se cierra el telón. Apago la luz y el punto negro se funde
con la demás oscuridad de mi habitación. Se acaba la función por esta noche. El
pianista nocturno sigue tocando en mis sueños, y ya me despertaré mañana. Eso,
ya me despertaré…ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario