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Sara

viernes, 10 de agosto de 2012

El sueño del siroco


Abro los ojos y me encuentro tumbada. La arena me quema la piel. El desierto se extiende sobre mí. El sol me ciega cuando miro al cielo. Las notas vuelan como granos de sal en una canción que no tiene ni principio ni fin. Me quedo sentada en un suelo arduo. El horizonte es una fina línea gris. El horizonte se encuentra lejos, muy lejos de mí. Durante horas las dunas invaden mis ojos. Voy por un sendero aún invisible. Las huellas que dejo se convierten en los pasos del silencio. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar.” Un camino que se lleva las palabras y un recuerdo que las trae de vuelta. Navegando en un mar ocre que arde bajo mis pies, me encuentro sola, perdida, hasta que veo una estela de bienvenida.

-¿Dónde estoy? –le grito a la estela azul.

Sin respuesta, una luz me hiela y me deshago en el aire. Me vuelvo a formar en un segundo y me encuentro en un palacio de cristal. La noche cerrada traspasa la cúpula etérea sobre mí. Camino sin saber bien hacia donde debo ir. En un momento ahogo un grito mientras caigo en un agujero que se ha formado en el suelo. Caigo en un lago trasparente y sigo avanzando, nadando en los tentáculos del agua. Mientras nado y sigo hacia delante, se abre un bosque verde sobre mí. El amanecer nace tras los árboles, altivos. Voy en un río que me puede y cada vez más el cansancio sobre mi se cierne, y me derrota. Voy a la deriva hundiéndome hacia las piedras redondas del fondo, mientras unos peces incoloros me muerden y mi cuerpo se deshace poco a poco. Muero y me convierto en confeti rojo que va adornando las gargantas de los peces del fondo. En el fondo, en lo mas hondo, veo desde arriba, como mi mente se hace trizas.

-¿Qué ha sido de mi? –pregunto a un cangrejo mientras me engulle y me calla.

Siento como desaparezco y una ola de sal llueve mi sangre sobre mi desierto. Una ráfaga del siroco se acerca a mi muerto y me lleva al vuelo.

Las campanadas de la iglesia me despiertan y dejo por fin, el sueño del siroco. Me levanto de la cama y asomo mi cabeza por la ventana. La luz del mediodía hace que entrecierre los ojos. Ayer me acosté tarde. Ismael se va a casa de su hermana. Vuelve en cinco días. Doy un largo bostezo y me quedo mirando la ciudad ajetreada.

1 comentario:

  1. Un sueño estremecedor, yo me converti en confeti de color negro...menos mal que Ismael vuelve en cinco dias y que la ciudad esta ahi..y la vida de Alma volvera en su desparejada vida a volvernos a encandilar.

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