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Sara

martes, 21 de agosto de 2012

Pompas fúnebres /PARTE 2


Veo como el techo va apareciendo delante de mí cada vez que abro los ojos. Abro los ojos y los cierro. Mary tenía un corderito. ¿Qué fue del corderito de Mary? Hacer nada es agotador, así que mi próximo plan es asarme en el balcón. Voy a ello, y en una esquina encuentro la sombrilla de la playa. ¡Sigue viva! Hacía siglos que no la veía. Me acerco a ella y como puedo, la abro. Cojo el cojín de la silla de mimbre que hay aquí y me siento en el suelo, dentro de la sombra que proyecta la sombrilla. Noto que me falta algo, me levanto y voy a por un par de cosas. En menos de lo que canta un gallo ya estoy de nuevo sentada en el cojín. Llevo unas gafas de sol que me cubren como media cara. También me he traído mi amigo del alma, llamado Granizado de Limón. Granizado de Limón solía vivir en el congelador, pero creo que pronto descubrirá el emocionante mundo de mi estómago.  He descubierto, que hasta las rejas de mi terraza improvisada, queman. Más bien, arden. Me asomo a través de ellas. Las hormigas se ve que ya han llegado a su destino. La calle es poco más que dos aceras vacías. Un par de coches que parecen que ni si quiera hayan estado ahí, pasan en un segundo. Ojalá fuese invierno ya. Que pase rápido este verano, por favor por favor. Al verificar que ciertamente, el hormiguero está vacío, saco la cabeza de entre las rejas y continúo sorbiendo a Granizado de Limón. Tranquilidad. Total y completa tranquilidad y calma. Una burbuja pasa por delante de mis gafas y me la quedo mirando. Me viene la imagen de Ismael con gafas de sol. Gafas de sol, un ciego. ¿Por qué no quiere que se le vean ya los ojos? En un segundo se me ocurre que puede que no quiera que yo lo vea así. Pero qué tontería. No se iba a molestar por mí. Además no me importa. Pero ni pensarlo, no es cosa mía. Otra burbuja pasa por aquí. Enseguida dos burbujas más se le unen. Las burbujas no son parte de la fauna local, así que me extraño. Se ve que en esta colonia de hormigas se ha colado un bicho bola. Vuelvo a meter la cabeza entre las rejas y veo que abajo hay un niño de unos cinco años con un eso que hace pompas de jabón. Realmente nadie sabe como se llaman las cosas esas que hacen pompas. No iba a ser yo una excepción, ¿no? Las burbujas empiezan a subir. En nada estoy rodeada de ellas.

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