-Seremos tierra algún día.
-Que profundo, chico. –le digo a Ismael.
Ismael me ha dicho hoy de subir a la terraza del edificio.
Yo a veces subo, cuando me aburro de estar en casa pero tampoco tengo ganas de
salir a la calle. La terraza consta básicamente de: nada. Un lugar tan ancho y
largo como lo es la finca, con el suelo pintado de rojo y un muro de cemento
(pintado de rojo también) alrededor de todo para que no se mate nadie.
Es por la tarde. Como si fuese magia, todo el calor de los
últimos meses parece que se ha esfumado en un abrir y cerrar de ojos. El sol se
va escondiendo a lo lejos, reptando por los altos tejados que despuntan aquí y
allá. Es tarde por la tarde. Más tarde-noche que tarde-tarde. Para que quede
claro. Los dos estamos sentados en el suelo, con la espalda pegada al muro que
se ha convertido en un respaldo frío y rugoso. Yo estoy con las piernas cruzadas, Ismael está
estirado, y los dos tenemos la vista fija al frente. Un atardecer rosado cubre
el cielo en poco rato.
-Bueno, es verdad. –me contesta él. Yo ya había olvidado lo
que le había dicho. Me había quedado absorta con la caída de la luz.
-No sé yo. Si te incineran y te guardan en una urna en la
repisa de la chimenea, ¿Qué?
-Algún día se morirán también los que te guardaban en esa
urna, y ya nadie se querrá hacer cargo de tus cenizas. Lo más lógico es que
las repartieran por ahí. Entonces...
-Entonces seríamos tierra algún día. Si, lo pillo. Que
positivo.
-Yo siempre querré tener la razón, acostúmbrate. Es más, la
tendré. Soy así de inteligente.
-Lo que eres es un egocéntrico, chaval. –le contesto con
ironía.
Agacho la cabeza y me aprieto la coleta. Cuando levanto los
ojos, en el horizonte solo se ve una fina línea de luz que va retrocediendo.
-Si todos seremos tierra algún día, significa que todos
moriremos algún día.
-Elemental, querido Watson. –me dice Ismael dándome la
razón. Faltaría más.
-No te rías. ¿No te asusta desaparecer?
-No desaparecemos, Alma. Morimos. –replica.
-Oh, mucho más bonito. –suelto con sarcasmo.
-Pues mucho más bonito, sí que es. ¿Piensas desaparecer? Yo
no lo haré.
-Guay, pues suerte con lo tuyo y que te vaya bien.
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